EL COLEGIO " SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS " SE DERRUMBA EL DÍA DE NOCHEBUENA.

En Nochebuena, unos minutos antes de proceder a degustar unos exquisitos manjares, preparados para la ocasión por mi mujer, mi suegra y mi cuñada ( bueno, sobre todo por la segunda, jajaja ), me entero, por la Televisión, de que el Colegio en el que cursé mis estudios, desde los 5 a los 17 años, el " Sagrado Corazón de Jesús ", sito en la Calle Alfonso XIII, en Madrid, se había derrumbado. No en su totalidad, pero sí una buena parte de la ampliación que realizaron hace ya dos décadas ( yo ya no estaba allí ).

Hoy leo en los periódicos, cómo un buen número de padres se han acercado por la inmediaciones del mencionado Centro Escolar, manifestando, al parecer, su firme decisión de querellarse contra la Dirección del Colegio y/o la Constructora responsable de las obras que se estaban llevando a cabo allí, ya que, supuestamente, son las que han provocado el desagradable siniestro.

Ante todo, decir que comprendo su muy justificada preocupación. De producirse unos días antes, es muy probable que hubiera que lamentar pérdidas humanas. Igualmente, resulta fácil entender que no se sientan muy tranquilos ante el inminente regreso de sus hijos a las aulas, en un par de semanas.

Lo que no comparto, en modo alguno, es que la querella y/o demanda correspondiente, se dirija contra el Colegio. En todo caso, la responsable final, si se llegase a demostrar su culpabilidad, y la relación causa/efecto, sería la Empresa contratada al objeto de ejecutar dichas obras o, en su caso, la que levantó esa parte del edificio. Los Sres. Curas, no creo que sean técnicos, ni tengan conocimiento alguno sobre la idoneidad o seguridad de las mencionadas obras. Para eso están los arquitectos que hayan elaborado y firmado el correspondiente Proyecto de Obra, y, por supuesto, los encargados de llevarlo a la práctica.

No sé si seguirán por allí mis antiguos profesores. Quizá algunos ya hayan fallecido. Lo que puedo asegurar es que, unos u otros, se habrán llevado un más que considerable disgusto ante tan desagradable incidente ( por llamarlo de algún modo ).

Aprovecho estas líneas, para agradecer a todos y cada uno de ellos, la formación que allí recibimos ( fue en ese Centro, en el que conocí a mi amigo Gorrinete, a la tierna edad de 5 o 6 añitos ). Al margen de confesiones religiosas, puedo asegurar que fue muy completa y supuso una estupenda base para nuestro futuro profesional ( y también personal ), el mío y el de todos mis compañeros. Ante todo, nos enseñaron a ser buenas personas y a respetar y tratar con educación a los demás ( y, en un porcentaje muy alto, lo consiguieron ). Por mucho que cueste reconocerlo, nuestro sistema educativo actual es notablemente inferior al de aquella época y muy deficiente. Y la preparación de nuestros jóvenes es ahora, lógicamente, también inferior a la que, por suerte, recibimos entonces. Y no echo la culpa al actual profesorado, ni mucho menos. Se la echo a los políticos, que utilizan el tema de la Enseñanza como un arma arrojadiza más para sus vergonzantes trifulcas electorales. Y sobre todo, y fundamentalmente, a una gran mayoría de padres, que se limitan a regañar a sus hijos cuando éstos llegan a casa con un buen montón de suspensos ( y eso en el mejor de los casos ), a ir a protestar al profesor puesto que, según su opinión, es el responsable directo de esos malos resultados, y, además, no realizan esfuerzo alguno para intentar cambiar dicha situación, ayudando a sus hijos, colaborando con ellos en sus tareas y deberes escolares, motivándolos, y corrigiendo, o al menos intentándolo, unas conductas que, en un futuro muy cercano, llegarán a ser muy problemáticas, incluso en lo que respecta a la deseable armonía familiar. No sigo. Tratándose de este tema, me enrollo como las persianas, jajaja, y me desvió del asunto del presente Post.

Desde aquí, quiero expresar mi solidaridad con los Hermanos Corazonistas. En estos difíciles momentos, no creo que haya nadie más apenado que ellos ante tan desagradable accidente. También espero que se sientan especialmente alegres y agradecidos, bien sea a Dios, o simplemente al azar, ante el hecho de que ninguno de sus queridos alumnos haya resultado dañado.