EL POST QUE NUNCA PENSÉ LLEGAR A ESCRIBIR.

Me parece mentira. Pasamos gran parte de nuestra vida preocupados por problemas que nos parecen importantes, y ciertamente lo son. El trabajo, problemas económicos, familiares, ... . Hay mucha gente obsesionada con su status y nunca le parece suficiente lo que tienen. Siempre quiere más. También hay quién malgasta esa vida envidiando lo que los demás poseen. Y otros, afortunadamente los menos, dedican gran parte de su existencia, o al menos lo intentan, a hacer imposible la de los demás.

Sin embargo, hay algo que, queramos o no, está por encima de todo eso. Se dice muy a menudo, pero sin darle la importancia que realmente tiene. Simplemente, como una frase hecha. " Lo importante es la salud ". ¿ Cuántas veces lo habremos oido o repetido ?. Da igual.

Sólo nos percatamos, y me incluyo el primero, de su verdadero sentido y trascendental importancia, cuando nos falta, a nosotros, o a nuestros seres queridos, familiares o amigos. Por supuesto, es fundamental contar con lo necesario para vivir de una forma más o menos holgada. Pero una vez conseguido ésto, ¿ para qué más ?.

Yo ya he vivido, por desgracia, esta situación muy de cerca. Primero con mi padre, y un año y tres meses después, con mi madre. Tenían 73 años. Sé que eran ya mayores, aunque no demasiado, teniendo en cuenta la esperanza de vida actual. No podía creer que me estuviera pasando. De hecho, pienso que aún no lo he asimilado del todo. Todavía me sorprendo cogiendo el teléfono con intención de marcar el número de teléfono de su casa. Aún miro, cuando mi familia y yo nos acercamos a dar una vuelta, la puerta de la casa, como si esperara verlos allí, de pié, despidiéndonos, como tenían por costumbre hacer. Mi padre falleció un día antes de que mi hija mayor celebrara su Primera Comunión ( con gran ilusión, se había probado un par de días antes, casi sin fuerzas y haciendo un extraordinario esfuerzo, el traje con el que pensaba ir a ver a " su Sandrita ", como él la llamaba ). Este año la hace mi hijo y su " abuela Mari " ( así la llama todavía Iván ), no va a poder acudir ( y sé lo mucho que le hubiera gustado ). Por suerte, sus otros abuelos, que también los adoran, sí irán. Como se suele decir, es ley de vida.

Ahora se vuelve a repetir. Y con alguien de menor edad. Mi amigo Jose. Ya os había hablado de él aquí, en varias ocasiones. A pesar de no haberse rendido nunca y de luchar con todas sus fuerzas hasta el final, no ha podido ser. Desde el principio de su inesperada enfermedad, y hasta el último minuto, sus ganas de vivir y seguir adelante, hicieron que se enfrentara a ella, con un valor y una determinación que pocas veces he visto. Sin perder el ánimo ( y motivos no le faltaban ). Sin una queja. Aceptando las indicaciones y los tratamientos que sus médicos le recomendaban. Yo le llamaba a menudo, quizá con demasiada frecuencia a veces. Tras varios años sin vernos, la cena de la que os hablé, esa en la que varios amigos de la infancia nos volvimos a reencontrar, sirvió, entre otras cosas, para darme la oportunidad de no tenerme que enterar de lo que le pasaba, de repente y por terceras personas.

Tras el fallido intento de quedar la pasada semana, su situación fue empeorando y sin que hubiera posibilidad de mejora alguna. Los últimos días ha permanecido prácticamente inconsciente y ha sido su mujer la que, muy amablemente, ha atendido mis llamadas y preguntas, con gran paciencia y consideración. Lo digo porque la llamaba prácticamente a diario, desde que me contó que le habían dejado ingresado en el Hospital. Y, por experiencia, sé que, en momentos tan difíciles, no apetece mucho hablar con nadie. Además ella no me concocía personalmente y, sin embargo, siempre me ha tenido al tanto de todo lo que ocurría.

Ójala hubiéramos tenido más tiempo amigo. Me quedaban muchas cosas que hablar contigo, que recordar, que compartir. Cuando, casi por casualidad, volví a verte, nunca pude imaginar que nos quedara tan poco. Pero me quedaré con lo positivo. Nos reencontramos, quedamos en un par de ocasiones para cenar y hemos hablado en estos meses, más que en los últimos diez años.

Yo siempre he creido que los milagros existen. Y hasta el último momento, he pensado que vencerías en tu lucha, y tú también. No ha sido así. Pero la estabas ganando amigo, te ha faltado muy poco para conseguirlo. Debo decir que un pequeño milagro, al menos para mí, sí que ha tenido lugar. Unas horas antes de que esa lucha llegará a su triste final, llamé al móvil de tu mujer, pero no se puso ella ( se lo había dejado en la mesilla, al lado del cabecero de tu cama, mientras hablaba con los médicos ). Me respondiste tú, a pesar de que estabas inconsciente. Pronuncié tu nombre con gran sorpresa, pues nunca se me hubiera pasado por la cabeza, tener la inmensa suerte de volver a oír tu voz. Y me dijiste: " Hola Juan ". " Jose, qué alegría escucharte ", exclamé asombrado. " Yo también me alegro ", me respondiste. Te pregunté que si estabas mejor, pero me contestaste que no, que estabas mal. Luego debiste quedar de nuevo inconsciente y recogió el teléfono tu mujer, y con ella continué hablando. Gracias Jose, gracias por responder a una llamada que nunca podré olvidar, nunca.

A ti tampoco te voy a olvidar. Has sido un valiente. Yo no lo hubiera sido tanto, ni mucho menos. Y tu familia también lo ha sido.

Dicen que Internet llega a todas partes. Si eso es cierto, supongo que leerás estas palabras.

Hasta siempre Jose. Un abrazo muy fuerte amigo mío.