DIARIO DE UN RODRÍGUEZ: TERCERA PARTE. LA MALDITA LAVADORA ( SEGUNDO Y ÚLTIMO CAPÍTULO ).
Todo ha terminado ( si no habéis leido el anterior Post, justo el de más abajo, hacédlo antes de seguir con éste ). Aunque no me creáis, mi temor al respecto de que la lavadora me devolviera un número de prendas diferente al que yo metí, se ha hecho realidad. Me faltan dos calcetines azules. Una de dos, o siguen en algún lugar del tambor ( lo que es difícil, si tenemos en cuenta que casi me meto yo dentro de cuerpo entero, cuando estaba buscándolos ), o bien han desteñido tanto sobre el resto de prendas, que se han desintegrado por completo, jajaja.
Mientras se lavaba la ropa, he estado mirando a través del cristal del bombo. Da vueltas a tal velocidad que, en determinados momentos, no parecía que hubiera prenda alguna dentro. Como si sólo contuviera agua. Al finalizar el programa de lavado ( en varias ocasiones parecía haberlo hecho y, cuando estaba a punto de abrir la compuerta, el tambor volvía, de forma completamente inesperada a continuar con sus frenéticos giros ), he abierto la " compuerta " y, delizando mi brazo dentro, he comenzado a sacar la ropa ( previamente, he ido a busar un barreño o " similar ", pues no era cuestión de depositarla, recién limpita, como previsiblemente se encontraría, en el suelo, sin más ). Parecía que todo estaba bien, si exceptuamos la insólita y frustrante desaparición de los dichosos calcetines. Con uno de los slips, me he pegado un buen susto. Al verlo de color verde, por un momento pensé que había metido uno blanco y ahora salía así, ..., pero no. Falsa alarma, el blanco lo he guardado para la próxima remesa de, naturalmente, ropa blanca ( como véis, empiezo a ser un experto lavandero ). Por cierto: una camiseta con rayas horizontales, unas blancas y azules las otras, ¿ cómo se considera ?, ¿ ropa blanca ?, ¿ de color ?, ¿ mixta ?. Es más, una prenda así, ¿ puede autodesteñirse ?. En fin, como véis, el tema no es, en absoluto, sencillo.
La he tendido en el patio trasero, no sin cierta dificultad. Al ir a enganchar la cuerda con un barrote de la puerta exterior ( el otro extremo estaba sujeto en la barandilla de la terraza ), ésta no llegaba. He tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano, jajaja, para conseguir enlazarla ( ni Ulises tuvo que esforzarse tanto para tensar su famoso arco, tras su regreso a Ítaca, jajaja ). Segundos después, se me ha ocurrido que hubiera sido más fácil abrir la puerta un poco, pero en ese momento mi cabeza no daba para más y además, " a lo hecho, pecho ". Me he sentado a escuchar un poco de música y leer, mientras se secaba la ropa. Necesitaba relajarme tras la tensión soportada durante cerca de tres horas ( que es el tiempo empleado desde la selección de prendas, hasta que éstas han quedado perfectamente colgadas, o eso creía yo, en la cuerda ).
Pues no, resulta que así no se tienden las camisas. De improviso, ha aparecido mi vecina Malen y, desde su terraza, me ha hecho saber que hay que hacerlo al revés. Colgadas " boca abajo ". A mí me parecía que así, como yo lo había hecho, el conjunto daba una imagen más bonita y decorativa. Pero resulta que, al parecer, las pinzas dejan marca en los hombros. Así que me dicho: " Anda, trae, que yo te las plancharé para que queden bien ". Aunque en un principio me he negado, al final he accedido a su amable petición y, encima, me ha invitado a cenar. Ante tanta amabilidad por su parte y consciente de lo bien que cocina, no me ha quedado más remedio que aceptar su invitación.
Con un poco de suerte, y dado que mi familia vuelve la semana que viene, intentaré aguantar hasta entonces, sea como sea. Con ello, doy por cerrada mi " inolvidable experiencia " ( de más de tres horas ) con la maldita lavadora ( sólo me queda averiguar lo que ha psado con mis dos calcetines, aunque no albergo esperanza alguna de volver a ponérmelos ).
Os dejo. Me voy a cenar los suculentos manjares que, a buen seguro, habrá preparado mi estimada vecina Malen.
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