DIARIO DE UN RODRÍGUEZ: TERCERA PARTE. LA MALDITA LAVADORA.
Que conste que sé hacer muchas cosas. Soy casi un experto a nivel informático, realizo regularmente Declaraciones de Impuestos varios, Nóminas, Seguros Sociales, Actas, redacto Demandas Judiciales, Contratos laborales y mercantiles, llevo sin problema la Administración de Comunidades de Propietarios ( bueno lo de " sin problema ", en el caso de las Comunidades, es un decir, jajaja ), controlo bien todos los temas relacionados con los aparatos electrónicos ( móviles, dvds, reproductores, cadenas y sistemas de sonido, cámaras digitales, ... ), ... .
Pero hay algo que, debo reconocerlo sin tapujos, no he hecho en mi vida: poner una lavadora. Será extraño o inusual, pero es rigurosamente cierto. Y parece simple, pero os aseguro que no lo es en absoluto.
Antes, cuando mi familia marchaba a la playa, el problema de la ropa lo tenía solucionado. Mi querida madre lo hacía de mil amores. Ahora, lamentablemente, ya no es posible.
Aunque mi esposa me dejó bien claritas las instrucciones al respecto, como han pasado ya más de diez días desde que se fue a territorio levantino, no he tenido más remedio que plantar cara al dichoso aparato. Con dos narices, jajaja.
La primera duda, me surge a la hora de separar en grupos la ropa a lavar. Resulta, por si hubiera alguien que aún no lo sabe, jajaja, que no se puede juntar ropa blanca y de color. Personalmente no lo entiendo bien. Sí se puede meter una camisa verde y otra azul. Pero una roja y otra blanca, no. Yo pienso sinceramente que la azul también pude desteñir sobre la verde, pero en fin, haremos caso de las expertas ( mi mujer, mis vecinas Malen, Concha y Patricia, y otras tres o cuatro que he consultado. No me gusta precipitarme y conviene informarse bien antes de proceder a realizar cualquier actividad que te resulta extraña, jajaja ). De todas formas, debo decir que hay diferentes opiniones sobre el tipo de ropa a juntar en el bombo de la lavadora. No todas utilizan las mismas técnicas. Decidí seguir los sabios consejos de mi mujer. Al fin y al cabo, es la persona ante la que responderé si, a pesar de mis estremos cuidados, alguna prenda quedara irremediablemente inservible, jajaja.
Tras una hora de reloj haciendo grupos de ropa, introduje la de color en el bombo, con mucho cuidadito y rezando una plegaria mientras tanto. Era el momento de entrar en acción. Cuando estaba a punto de presionar el botón de encendido, mi mente, por fortuna, me mandó un mensaje que hizo que me detuviera al instante. ¿ No había dicho Teresita que era necesario echar un producto antes de empezar con el lavado ?. Efectivamente, el problema sería identificarlo entre las decenas de botellas del almacén. Me puse manos a la obra.
De entre todos los que hallé, seleccione dos. Tras diez minutos largos de indecisión y después de leer sus respectivas instrucciones, ..., seguía sin tener ni idea de cuál era el apropiado, jajaja. Pensé en llamar a mi mujer, ..., pero no, no quería que pensase que no me sabía " apañar ". Decidí arriesgarme y cogí el más grande ( no sabía qué criterio seguir a la hora de realizar la selección, pero recordé el dicho popular " caballo grande, ande o no ande ", jajaja ).
Tras otro ratillo pensando en cuál sería la cantidad idónea para echar y sin saber tampoco muy bien, cuál de los tres pequeños depósitos que la lavadora parece tener al efecto, es el indicado, con gran firmeza de ánimo me aventuré por el que se encontraba en el centro. Nunca han sido buenos los extremos, ¿ no ?. Pues eso. La lógica siempre debe ser la que impere ante una situación de alto riesgo. Y ésta lo era, sin ninguna duda.
Presioné el botón y, de forma inmediata comenzó el proceso de lavado. Interrumpo aquí el Post. Voy a sentarme al lado de la lavadora hasta que finalice el programa ( el de la lavadora, jajaja ), por si fuera necesaria una rápida intervención.
Cuando termine y compruebe el resultado final ( miedo me da abrir el bombo ), ya os contaré. Espero que, al menos, me devuelva el mismo número de prendas que introduje.
CONTINUARÁ ... .
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