H. DE G.. CAPÍTULO OCHO : ARMAS AL HOMBRO ( O CÓMO GORRINETE SINTIÓ LA LLAMADA DEL EJÉRCITO ).

Pues más que sentirla, le llegó por correo certificado, jajaja. Sí amigos, un buen día, cuando llegó a casa, se encontró con la alegre misiva. En ella, le comunicaban que ya había agotado todas las prórrogas habidas y por haber, y que se presentara pero ya, jajaja, a cumplir con la Patria. Una vez estudiadas con detenimiento las distintas posibilidades ( salir del país, ponerse bigote o, en su caso, peluca, ... ), no le quedó más remedió que acudir a la ineludible cita.

La verdad es que para G., la dichosa mili fue un calvario. Yo le veía algunos fines de semana que tenía libres. Estaba hecho polvo. Me contaba que los levantaban al alba y, tras un frugal desayuno, salían a la hermosa campiña a correr. No se llevaba muy bien con el Sargento, ¿ o era al revés ?. Un día que estaban formados en el patio y dado que que no cesaban de hablar, el Sargento no tuvo más remedio que gritar ... ¡¡¡ CALLAROS !!!. Sin pensarlo dos veces, Gorrinete dijo en voz baja, para no correr riesgos innecesarios, pero incapaz de contener sus vastos conocimentos lingüísticos, " Callaos, ..., se dice callaos """. El Buen Sargento, que parece que de oido no andaba nada mal, pidió educadamente que se identificara el sujeto que le había hecho tan sabia observación. Fue algo así: " A VER ... QUIÉN COJ.... HA HABLADO ". Sus compañeros, viendo que Gorrinete no decía esta boca es mía, jajaja, y no estando dispuestos a cargarse el marrón, le señalaron disimuladamente unos, y mediante empujones otros, con el dedo. Muy agradecido el Sargento, le pidió que diera un paso al frente, Gorrinete dio dos ( quizá por el nerviosismo del momento ). Le preguntó que si le gustaban muchos los libros. G. contestó, tras unos segundos de meditación, que sí. El Sargento le comunicó su decisión de esta forma: " PUES HALA ... AL PU.. CALABOZO A LEER ".

También adquirió una gran destreza en el manejo de distintas armas. En cierta ocasión, estando en el Campo de Tiro, G. se disponía a disparar a unas dianas. El Sargento y el resto de reclutillas estaban a su espaldas, como es normal. Tras apretar el gatillo en repetidas ocasiones, El Sargento le aclaró, desde atrás, jajaja, que suando lo tuviese a bien, procediera a retirar el seguro y realizar los disparos correspondientes, en el más breve plazo que le fuera posible. Gorrinete, dando media vuelta sin dejar de empuñar la pistola, preguntó: " ¿ El gatillo cuál es ?. ¿ Éste de aquí ? ( y lo dijo con su brazo extendido, tal y como lo tenía cuando apuntaba a la diana ). Sorprendido al ver cómo el Sargento y sus compañeros se encontraban tumbados boca abajo en el suelo, con los brazos sobre sus cabezas, se acercó a ver que pasaba. El Sargento, casi sin mirarle, no tuvo más remedio que volver a gritar : " ¡¡¡ PERO QUÉ HACEEEES CAP...., DÁTE LA VUELTA AHORA MISMO Y DEJA YA DE APUNTARNOS COÑ. !!!.

Pensando que quizá un contacto tan directo con las armas no era bueno para él, le destinaron ( ya sabéis que tenía carnet ) al puesto de conductor, pero no de un vehículo cualquiera, no, de un Tanque o Carro de Combate ( quizá pensando en que eran algo más difíciles de abollar o romper que un jeep, jajaja ). De nuevo, el Ejército juzgó mal las posibilidades de Gorrinete.

No uno, sino dos Tanques quemó, uno en pleno desfile por las calles de Toledo. Sus seperiores no daban crédito a sus ojos. El motor del Carro, cansado quizá de tantas caladas, arranques, frenazos, cambios bruscos de dirección, y otras maniobras, jajaja, empezó a echar humo, lo que motivó que G. y sus copilotos, debieran abandonarlo a su suerte en mitad de la calle. Mejor, pues quizá, de haber completado el recorrido completo, Toledo hubiera pasado de ser Monumento Histórico a obtener, como mucho, la calificación de Ruina Histórica, jajaja.

La comida dejaba bastante que desear, aunque lo peor, según él, era que la servían en unas bandejas metálicas que, cuando terminaban de comer, debían lavar ellos mismos en un barrizal. Yo creo que exageraba un poco, pero en fin.

De cualquier forma, su valor y determinación, hicieron que superara esta dura prueba militar y finalizara con todos los honores ( con todos no, pero con bastantes, jajaja ), su estancia en el Ejército.