LAS NUECES Y EL ACTIMEL DE DANONE.
Mi situación es crítica. En media hora aproximadamente, estaré en casa al objeto de acudir a mi cita diaria con el suculento menú que, a estas horas, ya tendré preparado. Hasta aquí todo normal. Pero me enfrento a un más que serio problema.
Como todas las mañanas, mi querida mujer, me ha pelado unas nueces ( al parecer, sirven para rebajar el nivel de colesterol que, también al parecer, puesto que llevo años sin hacerme análisis de sangre alguno, y de acuerdo con el último que me realizaron, tengo un poquito alto ), y las ha envuelto, concienzudamente, en papel albal. Junto al improvisado paquetito, también me deja un Actimel de Danone. Lo que sea, con tal de cuidarme.
La fatalidad, y, sobre todo, el hecho de que recién levantado, y hasta pasada una hora, mis neuronas no logran alcanzar un pleno rendimiento, ha querido que, como en otras ocasiones, sus esfuerzos no lograsen el beneficioso resultado que, para mi salud, supone ingerir tales alimentos.
¡¡¡ Que me los he dejado olvidados en casa, vamos !!!.
Un minuto después de abandonar el hogar, en coche, por supuesto, he recibido una llamada, de ésas que denominamos perdidas. Como a cada persona cuyo teléfono tengo almacenado en el móvil, le tengo asignada una melodía distinta, no ha sido necesario que le sacara del bolsillo, para reconocer la que estaba sonando en esos momentos. Era la Marcha Imperial compuesta por John Williams para la banda sonora de “ La Guerra de las Galaxias “ ( “ Star Wars “ ). Si la conocéis, adivinaréis lo que me llevó a elegirla. Cuando escuchas sus marciales y recios compases, y da igual el estado de ánimo en el que te encuentres, digamos que “ te pones firme “, jajaja. No es Darth Vader el que te llama, pero casi casi.
He devuelto la llamada, preocupado por si hubiese ocurrido algo malo, pero no ha descolgado. Lo que ha hecho que me preocupase aún más y, de repente, como en un violento flashback, acompañado de un ¡¡¡ Coño, las nueces !!! ( con perdón, pero me ha sido imposible evitarlo ), he comprendido la inquietante razón y, al mismo tiempo, intuido el mensaje que tal acción llevaba implícito.
Sería algo así como “”” Majete, te has vuelto a olvidar las nueces y el actimel. Da ahora mismo la vuelta y ven por ellos. Tienes la cabeza únicamente para llevarla sobre los hombros. “””.
De todas formas, en menos de media hora, obtendré el texto completo, y en vivo, de ese mensaje y, por supuesto, las nueces y el Actimel, esperándome sobre la mesa.
Con gran serenidad y valentía por mi parte, todo hay que decirlo, he continuado el camino hacia la oficina, aún a sabiendas de la reprimenda que recibiría a la hora de comer, merecida por otra parte. Incluso he mirado varias veces por la ventana, por si aparecía de improviso, con las viandas allí mismo.
Bueno. Me voy. La suerte está echada. Hay que tener valor y cruzar la puerta con paso firme. Que no note mis nervios. Mantengamos la calma a toda costa y comámonos esas nueces y el Danone, aunque sea fuera del horario previsto y deseable.
Continuaré informando ... .
Como todas las mañanas, mi querida mujer, me ha pelado unas nueces ( al parecer, sirven para rebajar el nivel de colesterol que, también al parecer, puesto que llevo años sin hacerme análisis de sangre alguno, y de acuerdo con el último que me realizaron, tengo un poquito alto ), y las ha envuelto, concienzudamente, en papel albal. Junto al improvisado paquetito, también me deja un Actimel de Danone. Lo que sea, con tal de cuidarme.
La fatalidad, y, sobre todo, el hecho de que recién levantado, y hasta pasada una hora, mis neuronas no logran alcanzar un pleno rendimiento, ha querido que, como en otras ocasiones, sus esfuerzos no lograsen el beneficioso resultado que, para mi salud, supone ingerir tales alimentos.
¡¡¡ Que me los he dejado olvidados en casa, vamos !!!.
Un minuto después de abandonar el hogar, en coche, por supuesto, he recibido una llamada, de ésas que denominamos perdidas. Como a cada persona cuyo teléfono tengo almacenado en el móvil, le tengo asignada una melodía distinta, no ha sido necesario que le sacara del bolsillo, para reconocer la que estaba sonando en esos momentos. Era la Marcha Imperial compuesta por John Williams para la banda sonora de “ La Guerra de las Galaxias “ ( “ Star Wars “ ). Si la conocéis, adivinaréis lo que me llevó a elegirla. Cuando escuchas sus marciales y recios compases, y da igual el estado de ánimo en el que te encuentres, digamos que “ te pones firme “, jajaja. No es Darth Vader el que te llama, pero casi casi.
He devuelto la llamada, preocupado por si hubiese ocurrido algo malo, pero no ha descolgado. Lo que ha hecho que me preocupase aún más y, de repente, como en un violento flashback, acompañado de un ¡¡¡ Coño, las nueces !!! ( con perdón, pero me ha sido imposible evitarlo ), he comprendido la inquietante razón y, al mismo tiempo, intuido el mensaje que tal acción llevaba implícito.
Sería algo así como “”” Majete, te has vuelto a olvidar las nueces y el actimel. Da ahora mismo la vuelta y ven por ellos. Tienes la cabeza únicamente para llevarla sobre los hombros. “””.
De todas formas, en menos de media hora, obtendré el texto completo, y en vivo, de ese mensaje y, por supuesto, las nueces y el Actimel, esperándome sobre la mesa.
Con gran serenidad y valentía por mi parte, todo hay que decirlo, he continuado el camino hacia la oficina, aún a sabiendas de la reprimenda que recibiría a la hora de comer, merecida por otra parte. Incluso he mirado varias veces por la ventana, por si aparecía de improviso, con las viandas allí mismo.
Bueno. Me voy. La suerte está echada. Hay que tener valor y cruzar la puerta con paso firme. Que no note mis nervios. Mantengamos la calma a toda costa y comámonos esas nueces y el Danone, aunque sea fuera del horario previsto y deseable.
Continuaré informando ... .
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