DIARIO DE UN RODRÍGUEZ : ZAFARRANCHO DE COMBATE.
Ha llegado el momento temido. La vuelta de mi familia es inminente.
Hoy domingo, no he tenido más remedio que pegarme un soberano palizón, y realizar una limpieza general en la casa. El lunes toca trabajar y no tendré tiempo.
Así que me he armado de valor, y, claro está, de una escoba, el correspondiente recogedor, y la fregona, ninguno de ellos automático, y me he puesto manos a la obra.
Para amenizar la dura labor que estaba a punto de acometer, he puesto en el reproductor del ordenador, unas 16 canciones de los Rolling Stones. Pensé que así me contagiaría del increíble vigor que siempre ha caracterizado a esta excelente banda y, por supuesto, a Mick Jagger, su carismático cantante. ¡¡¡ Y qué temas !!!. Ruby Tuesday, Shattered, Honky Tonk Woman, Sympathy for the Devil, Satisfaction, Angie, …, clásicos inmortales que jamás pasarán de moda.
Pues bien, se han terminado de reproducir todas las canciones ( casi hora y media ), y todavía seguía con la fregona en la mano. Encima, mientras iba pasándola por la escalera, casi me mato.
Como algunos, por desgracia, sabréis, para fregar una escalera, no queda otra que ir bajando poco a poco, mientras pasas la dichosa fregona. Tu cuerpo está en el peldaño inferior, y la fregona en el superior. O sea, justo al revés de la forma tradicional en que se desciende una escalera. Y claro, a punto he estado de bajar a la planta de abajo rodando. Me he salvado por los pelos, y, todo hay que decirlo, gracias a mi excelente preparación física y esos felinos reflejos que me caracterizan. Por supuesto, en más de una ocasión, me he fregado los piés. ¡¡¡ Qué horror !!!. Hay que ir apartando muebles de todo tipo, sillas, papeleras, alfombras, ...., es una auténtica locura.
Una cosa voy a decir. El trabajo de la casa no se valora lo suficiente. Si fuera yo el encargado de mantenerla limpia, aquí no entraba ni Dios. Ni visitas, ni amigos, ni familia, ni nadie. Y al que se le ocurriese poner una mano o un pié en cualquier sitio que limpiara yo, se lo cortaba sin contemplaciones. Faltaría más. Con el esfuerzo que requiere, los sudores que pasas, y el peligro que puede llegar a suponer, incluso para tu integridad física, no haría excepción alguna.
Ha quedado todo razonablemente limpio, al menos en mi opinión. Ya veremos si el Señor Inspector de Sanidad que está a punto de llegar, opina igual. En caso contrario, supongo que se me incoará el correspondiente expediente sancionador. Claro que éste siempre es susceptible de Recurso y, si es necesario, pienso llegar hasta el Tribunal Constitucional.
Desde aquí, quiero reivindicar el trabajo infernal al que están sometidas todas esas sufridas amas de casa, y la falta de compensación alguna e incomprensión que reciben a cambio. Y si esto lo lee algún amo de casa, que ha tenido la terrible desgracia de verse sumergido en este insondable abismo, vaya también para él, mi más absoluta solidaridad. No quiero decir con ésto, que me vaya a poner a limpiar con él. Lo siento mucho, pero no pienso hacerlo. Pero que sepa que comprendo por lo que está pasando.
Yo ya he cumpido. En un par de días, el martirio habrá cesado. Rodríguez ha muerto. ¡¡¡ Viva yo !!!.
Por cierto. A pesar de mis denodados esfuerzos y sufrido trabajo en el hogar, y gracias a mi excelente planificación, he tenido tiempo de seguir escuchando, e interpretando en mi karaoke particular, musiquita, leer, y, por supuesto, de ver algunas pelis por las noches.
Voy a destacar dos de ellas.
La primera ya la había visto con anterioridad. “ La Ardilla Roja “, de Julio Medem, con una jovencísima, arrebatadora, y arrebatada, Emma Suárez. Como todas las suyas ( incluida la maravillosa “ Los amantes del Círculo Polar “ ), es muy original e interesante, de principio a fin.
Y la otra, la sobrecogedora “ Un Profeta “. Es una producción francesa, con varios premios conseguidos en festivales internacionales de cine, dirigida por Jacques Audiard, y una de las películas más impactantes que, últimamente, he tenido ocasión de visionar. Durísima, directa, y, al mismo tiempo, una pequeña, y no tan pequeña, obra maestra. Es la prueba de que hacer buen cine, no implica necesariamente, contar con un presupuesto espectacular ni con complicados efectos especiales.
Eso sí, debo advertir que no es apropiada para menores ni para personas con el estómago delicado. Contiene dos de los asesinatos más salvajes y brutales que he tenido ocasión de contemplar en una pantalla cinematográfica. Y mira que he visto ya unos cuántos. Espeluznantes, podéis creerme.
Hoy domingo, no he tenido más remedio que pegarme un soberano palizón, y realizar una limpieza general en la casa. El lunes toca trabajar y no tendré tiempo.
Así que me he armado de valor, y, claro está, de una escoba, el correspondiente recogedor, y la fregona, ninguno de ellos automático, y me he puesto manos a la obra.
Para amenizar la dura labor que estaba a punto de acometer, he puesto en el reproductor del ordenador, unas 16 canciones de los Rolling Stones. Pensé que así me contagiaría del increíble vigor que siempre ha caracterizado a esta excelente banda y, por supuesto, a Mick Jagger, su carismático cantante. ¡¡¡ Y qué temas !!!. Ruby Tuesday, Shattered, Honky Tonk Woman, Sympathy for the Devil, Satisfaction, Angie, …, clásicos inmortales que jamás pasarán de moda.
Pues bien, se han terminado de reproducir todas las canciones ( casi hora y media ), y todavía seguía con la fregona en la mano. Encima, mientras iba pasándola por la escalera, casi me mato.
Como algunos, por desgracia, sabréis, para fregar una escalera, no queda otra que ir bajando poco a poco, mientras pasas la dichosa fregona. Tu cuerpo está en el peldaño inferior, y la fregona en el superior. O sea, justo al revés de la forma tradicional en que se desciende una escalera. Y claro, a punto he estado de bajar a la planta de abajo rodando. Me he salvado por los pelos, y, todo hay que decirlo, gracias a mi excelente preparación física y esos felinos reflejos que me caracterizan. Por supuesto, en más de una ocasión, me he fregado los piés. ¡¡¡ Qué horror !!!. Hay que ir apartando muebles de todo tipo, sillas, papeleras, alfombras, ...., es una auténtica locura.
Una cosa voy a decir. El trabajo de la casa no se valora lo suficiente. Si fuera yo el encargado de mantenerla limpia, aquí no entraba ni Dios. Ni visitas, ni amigos, ni familia, ni nadie. Y al que se le ocurriese poner una mano o un pié en cualquier sitio que limpiara yo, se lo cortaba sin contemplaciones. Faltaría más. Con el esfuerzo que requiere, los sudores que pasas, y el peligro que puede llegar a suponer, incluso para tu integridad física, no haría excepción alguna.
Ha quedado todo razonablemente limpio, al menos en mi opinión. Ya veremos si el Señor Inspector de Sanidad que está a punto de llegar, opina igual. En caso contrario, supongo que se me incoará el correspondiente expediente sancionador. Claro que éste siempre es susceptible de Recurso y, si es necesario, pienso llegar hasta el Tribunal Constitucional.
Desde aquí, quiero reivindicar el trabajo infernal al que están sometidas todas esas sufridas amas de casa, y la falta de compensación alguna e incomprensión que reciben a cambio. Y si esto lo lee algún amo de casa, que ha tenido la terrible desgracia de verse sumergido en este insondable abismo, vaya también para él, mi más absoluta solidaridad. No quiero decir con ésto, que me vaya a poner a limpiar con él. Lo siento mucho, pero no pienso hacerlo. Pero que sepa que comprendo por lo que está pasando.
Yo ya he cumpido. En un par de días, el martirio habrá cesado. Rodríguez ha muerto. ¡¡¡ Viva yo !!!.
Por cierto. A pesar de mis denodados esfuerzos y sufrido trabajo en el hogar, y gracias a mi excelente planificación, he tenido tiempo de seguir escuchando, e interpretando en mi karaoke particular, musiquita, leer, y, por supuesto, de ver algunas pelis por las noches.
Voy a destacar dos de ellas.
La primera ya la había visto con anterioridad. “ La Ardilla Roja “, de Julio Medem, con una jovencísima, arrebatadora, y arrebatada, Emma Suárez. Como todas las suyas ( incluida la maravillosa “ Los amantes del Círculo Polar “ ), es muy original e interesante, de principio a fin.
Y la otra, la sobrecogedora “ Un Profeta “. Es una producción francesa, con varios premios conseguidos en festivales internacionales de cine, dirigida por Jacques Audiard, y una de las películas más impactantes que, últimamente, he tenido ocasión de visionar. Durísima, directa, y, al mismo tiempo, una pequeña, y no tan pequeña, obra maestra. Es la prueba de que hacer buen cine, no implica necesariamente, contar con un presupuesto espectacular ni con complicados efectos especiales.
Eso sí, debo advertir que no es apropiada para menores ni para personas con el estómago delicado. Contiene dos de los asesinatos más salvajes y brutales que he tenido ocasión de contemplar en una pantalla cinematográfica. Y mira que he visto ya unos cuántos. Espeluznantes, podéis creerme.
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